lunes, 26 de abril de 2010

La siembra.

Como cada inicio de año,

la tierra empieza a vestirse con su manto verde

que va tejiéndose poco a poco.

Luego, el hombre empieza a imaginarse un traje nuevo

para cada pedazo de tierra.

Entonces el arado destruye su vestido natural,

para poder dar vida al verde que será sembrado por el hombre.


La madre tierra no espera.


Impaciente por crear vida

lo espera una semilla para hacerla germinar.

Un arado la hiere,

la abre dejando ver a manera de sangre, la humedad que hay en ella,

indicador inequívoco de que esta lista para generar vida,

está lista para ser preñada.


A veces los surcos son líneas rectas interminables,

otras apenas son de algunos pasos.

Líneas curvas que dibujan artistas surcadores,

formando diques para que en éstos se consuma el agua de lluvia

y no se lleve la tierra .


Un cuerpo que carga un morral lleno de vida latente

y una coa que hiere aun más la tierra

para dejar en lugar seguro la semilla.


Surcador y sembrador,

caminar y caminar,

trabajo de hombre y naturaleza.

Arriba el infinito cielo azul,

abajo el hombre que trabaja la tierra

y Dios que esta con él.

Crear vida para mantener la que ya existe.

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