lunes, 26 de abril de 2010

Razones.

A veces me enojo conmigo,

ya no encuentro razones para seguirte amando,

siento tu indiferencia, tu lejanía.


Pero cuando miro atrás,

en el tiempo y la distancia,

vienen a mi mente uno a uno,

todos los momentos que pasamos juntos.


Cuando miro tus ojos,

recuerdo tus muchas formas de verme,

recuerdo que nunca acabe de descifrar todo lo que me decían,

quizá porque te tenía.

Si ahora los mirara,

serían plenilunio en mis noches.


Tus brazos abiertos esperándome,

el calor de tu cuerpo,

la dulzura de tus palabras.


Tu risa de niña, cristalina, espontánea,

hermosos labios los tuyos de mujer.


Y tus manos,

tibias cadenas que me hacían prisionero de ti,

y que con sólo tocarlas me hacían volar.


Ahora tu ausencia ilumina mi sensibilidad

y eso me hace amarte más.


Ya no tengo razones para dejar de amarte.


Mañana habrá mas razones,

si hay mañana.

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