lunes, 26 de abril de 2010

INTRODUCCIÓN


Recuerdos que un día llegaron a mi mente, y luego me puse a buscar y a buscar, y entonces brotaron palabras y más palabras y solitas se acomodaban y decían cosas bonitas, (hoy salí a buscar mariposas de ésas que tienen muchos colores, y que cuando las juntas, dices cosas también de muchos clores).

Se conjugaron muchas cosas; Carmen la gitana de don Prospero (como dice él mismo que así le llamaban en aquella época, España del siglo XVIII ) fue quien me abrió la puerta a la infidelidad, (eres tú hermosa amazona quien en tu corcel color de luna llega) porque en éste mundo se peca de pensamiento palabra y obra. Después de escucharla, de verla durante algunos años, mi mente empezó a ver caminos que se abrían y había que andarlos.

Carmen, don José, dos vidas muy diferentes que la vida juntó y la vida misma separo.

La mente, la mente vuela, se va como el viento, luego se encuentra con otros vientos y ya no se puede parar, y uno la tiene que seguir porque para eso es la mente de uno o sea lo que nos hace ser.

Fue como empecé a sentir muchas cosas irreales pero muy reales.

Mi mente vago y vago por los caminos que uno mismo se hace en la mente de uno. Entonces sólo tenía que conjugar recuerdos con la vida real y fue como fueron surgiendo primero uno, luego otro y así..

Sólo tenia que hacer girar la película de mi vida hacia atrás y ya con todo lo que tenía en mi mente, en ése momento surgían más cosas.

Y pasé por el cementerio de mi corazón pero estaba vacío, porque los amores no se mueren, tampoco se olvidan, se archivan para olvidarse pero para tenerse presentes en el lugar al que sólo uno tiene acceso. Porque las almas se juntan en algún lugar del infinito, se recuerdan cuando es necesario o vienen a la mente cuando no lo es.

Tres años en el pueblo que me vio nacer, a donde llegue a través de mi madre hace muchos años, marcaron mi vida de una manera definitiva.

A veces con el rostro cubierto con el polvo de la madre tierra, cuando andaba tras el arado, el sudor que escurría hacía surcos en el antes mencionado y ni como lavarse, digo de la ciudad al campo hay un abismo de diferencia.

El sol quemante, sin agua y con hambre. Uno mira hacia el camino una y otra vez buscando lo único que en ése momento se quiere ver, la tlacualera o el tlacualero, según sea el caso, pero para hacerlo más bonito es en éste caso la tlacualera.

Entonces el camino era sordo, indiferente a mi necesidad de agua y alimento y como siempre, aparecía a quien llevaba la comida hasta que quería, nunca antes, pero tampoco después, (el camino, el camino que se tarda en aparecer a la figura amada). Algunas veces el sol miraba mi padecer, y entonces llamaba a algunas nubes, y también le decía al viento que se moviera y que alivio mientras llegaba el otro alivio.

Luego se acuerda uno de cosas no tan bonitas, y como ya son historia pues no se pueden modificar, y piensa uno como se pueden atenuar aunque sea un poquito, y entonces piensa uno que lo más valioso en la vida, es hacer que las personas se sientan bien, y como el lenguaje es algo que sirve para provocar muchos estados de ánimo en las personas, pues uno ve la forma de acomodar las palabras para que digan cosas que a la gente le gusta escuchar, y a los seres queridos pues con más ganas.

Porque una noche con polvo de estrella de sol y luna Dios te creo para que fueras madre.

Recordar el paisaje natural, y el paisaje como producto del esfuerzo del que trabaja la tierra, (un verde de muchos verdes con manchas de colores, unas aquí otras allá y las que apenas se distinguen en el horizonte).

Surgen puntitos imperceptibles, verdes los primeros que brotan, así la tierra desnuda se empieza a vestir del verde que muchos soñaron. Milpas que hace unos días eran semillas.

El caminar entre las milpas desde que apenas son puntitos verdes en el surco, y que ellas día a día crecen, pero de lo único que uno se da cuenta es de la yerba que crece entre ellas, y que no debe ser así porque o se tiene milpa o se tiene yerba.

Así transcurre el tiempo, y la milpa crece entre labor y labor a la tierra para quitarle su vestido natural que se resiste a perder, y que también la yerba por derecho natural tiene a crecer en la tierra.

La yerba debe crecer en la tierra para que ésta no se erosione, también la tierra debe protegerse del sol, debe vestirse con su color preferido : el verde.

Y cuando uno se da cuenta ya cuesta trabajo caminar entre las milpas, en ocasiones debajo de las milpas es casi de noche en pleno día, y con el sol ardiente; apenas se alcanzan a ver fragmentos de azul allá en lo alto.

Las espigas como cabezas con sus cabellos trenzados que el viento mece y se arrullan , luego como si bailaran.

La música se produce cuando el viento se hace pedacitos al pasar entre las milpas y al agitar las hojas que semejan largas lenguas que cantan.

Movimientos que se suceden para donde vaya el viento; en ocasiones parece que las milpas se quieren ir con el, pero sólo se mueven para donde éste sopla, luego ya se quedan donde están.

Todo es verde , huele a verde, sabe a verde

El futuro se hace presente, el sueño es realidad ahora. El jilote; la milpa, una señora cargando a su niño con cabellos largos lacios, a veces color como miel, como amarillos, otras color lila, colores que sólo la naturaleza sabe hacer y que son tan bonitos.

Esta señora cargará su fruto hasta que madure y luego sea muchas vidas latentes.

La mazorca, el maíz, la vida.

2 comentarios:

farfalla dijo...

me ha maravillado y le he encontrado conocido...un relato que hace pensar en cuando fue la musa a visitarnos para nunca dejarnos en soledad...

Martín Rosas Vera dijo...

Far, no habia revisado mi blog. que grato remontarme en el tiempo y escuchar tus palbras de antes.
Gracias por tu visita.