LA CIUDAD
Cuatro manos pequeñas cargando un cuerpo de 3 años
jugando a temprana hora,
después de haber recolectado algunas monedas
después de haber recibido miradas diferentes,
que quizá sus almas pequeñas
aún no alcancen a comprender su significado
Tres almas pequeñas,
que juegan a ganarse la vida
y un ambiente hostil,
en ocasiones deshumanizado.
Un gusano metálico articulado, que le da a algunos
la posibilidad de tener una fuente de ingresos.
Voces que luchan por desprenderse del ruido
para hacerse oír,
gritan sin gritar,
sus voces dicen lo que su alma necesita.
Aquí la piel de sus pies
en el frio mármol
no deja huella,
como en la tierra que escucho su voz primera,
su llanto.
Tampoco saben como llegaron a éste lugar
tan diferente del que vinieron,
Hablan entre ellos algún dialecto
lo único que trajeron con éllos
niños bilingües.
Despertar para jugar, sí,
pero un juego en el que el resultado es seguir vivo
o ya no.
Un día al quedarse dormido,
en cualquier lugar
una calle, un parque,
no teniendo que taparse,
su alma pequeña lo tapo
con una frazada negra con luceros
y ya no hubo mas auroras para éste cuerpecito
aquí en ésta tierra.
MARTIN ROSAS
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